Un diario fotográfico en medio del COVID-19 desde Palestina de los Altos
No solo las grandes ciudades se han visto modificadas en sus dinámicas sociales a raíz del covid-19. El área rural de Guatemala es parte de ese cambio. En Palestina de los Altos, municipio de Quetzaltenango la siembra era la mayor preocupación de la población antes de la llegada del virus. Esto ha sido un nuevo reto, “pero ¿qué no es un reto hoy en este país?”. Invitamos a Miriam Ochoa Maldonado para que nos cuente su experiencia en esta tercera entrega de Un diario fotográfico en medio del COVID-19.
Cero Será que algún día volveremos a encontrarnos con estas lagrimas que hemos sufrido. Saldrán de nuestro rostro o permanecerán como pequeñas partículas del dolor que vivimos, seremos tan fuertes como para intentar convertir estas pequeñas lagrimas en plantas que comerán nuestras ovejas, aves o cualquier tipo de ser vivo, servirán de algo para que por lo menos valga la pena lo vivido lo sufrido. (Poema de Miriam Ochoa)

El puesto de salud atiende solo emergencias por covid-19
Texto y fotos: Miriam Ochoa
Mi trabajo es la Gestión Cultural para proyectos de desarrollo e innovación, también me dedico a la producción audiovisual, soy escritora y editora para la Pequeña Ostuncalco Editorial y vendo libros de forma ambulante.
Antes de la crisis sanitaria derivada del covid-19 tenía diversos proyectos y actividades programadas, sin embargo la última actividad cultural que realizamos fue la primera de tres presentaciones de un libro de narraciones el 2 de marzo. El último proyecto que documenté fue 9 de marzo.
Vivo en el área rural de Palestina de los Altos, Municipio de Quetzaltenango. Vivir aislado de cierta manera propicia un ambiente diferente al que viven las demás personas en nuestro país. La falta de información, el poco acceso a diferentes recursos debido al aislamiento territorial también es un reto, pero ¿qué no es reto hoy en este país?.
Aquí tenemos maíz
La crisis sanitaria llegó a nuestra comunidad hasta hace pocos días. Semanas atrás la preocupación era terminar la siembra. Todos mis vecinos (algunos en la actividad de re siembra) estaban entusiasmados en poder cumplir con los tiempos para sembrar. Con la llegada de la noticia del coronavirus se escuchaba a menudo decir -en especial en los acaparamientos-, “aquí tenemos maíz”. Esta expresión fue y ha sido recurrente en mi comunidad. La mayoría siembra cada año lo necesario para su familia y es común que varios vecinos provean de verduras a quienes solo siembran maíz. De alguna manera se maneja el “intercambio”.
La gran mayoría tiene a sus familiares en Estados Unidos y siempre han manejado una relación desde la distancia. La angustia ha crecido para ellos al ver que es uno de los países más afectado por covid-19 hasta el momento. Sienten desesperación por el bienestar de sus familiares y vuelven a repetir aquella frase que contiene demasiada fuerza, “aquí tenemos maíz”, como un mensaje de esperanza que quisieran trasmitir a los suyos que están lejos.

Campos de cultivo
He visto como han sido solidarios con algunos jóvenes que regresaron deportados sin llegar a Estados Unidos y el puesto de salud municipal se ha encargado de ellos y de la familia. Ese sentido de confianza hace que las personas intenten continuar con su vida normal a pesar de que no hay trasporte. Salir de la aldea caminando hacia el mercado principal, que está a hora y media de distancia, o simplemente salir por cualquier otra razón es sinónimo de urgencia. Cada diligencia debe ser planeada.
Las autoridades municipales han realizado jornadas de desinfección en el mercado y le suplican a las personas que no salgan a comprar al casco municipal. En las farmacias no se pueden adquirir mascarillas, no hay. Muchas personas han expresado su preocupación porque no podrán salir si no cuentan con mascarilla.
El ambiente es denso como una postal en sepia de algún país lejano que guardaban nuestros abuelos en algún cofre. Todos los transeúntes van apurados, las tiendas se cierran de manera sistemática, no hay demasiados autos y a lo lejos se escuchan a las personas que platican de loma a loma.
Yo escribo y planifico con mucha esperanza proyectos culturales para que cuando salgamos de esto podamos evidenciar toda la fuerza que aún nos queda. Debemos seguir luchando por la construcción de un país enteramente humano, más consciente con justicia social y sobre todo lleno de arte y resistencia. Vale la pena tomar la fuerza de la expresión que repiten mis vecinos, “aquí tenemos maíz”.

Miriam Ochoa.
Editor: Diego Silva.