El nombre de Stella Quan Rossell (1935-2007), antropóloga guatemalteca, permaneció oculto hasta ahora. De la mano de Catafixia editorial se publica una tríptico de libros sobre testimonios de tres personajes importantes dentro del arte, literatura y política de Guatemala. Entrevistas que Stella hizo al pintor Jacobo Rodríguez Padilla (1922-2014), el escritor Luis Cardoza y Aragón (1901-1990) y al político Alfonso Solórzano (1911-1980), a los que la autora nombró a esta serie, Identidad, diáspora y memoria colectiva.
Los textos son parte de una serie de entrevistas realizadas durante casi cinco años, entre enero de 1968 y octubre de 1972. Además de los que se publican, hay testimonios de Julio Gómez Padilla, José Luis Balcárcel y Edelberto Torres Espinoza, que fueron parte de su proyecto de tesis. “Para entender, para reflexionar sistemáticamente y colectivamente sobre la realidad guatemalteca del siglo XX, y de manera relevante sobre la década del 44 al 54” escribe Quan. Los libros forman parte de la colección Memoriales de la editorial dirigida por Luis Méndez Salinas y Carmen Lucía Alvarado.
¿Quién era Stella Quan?
Luis:
Una autora fundamental en nuestro catalogo. Stella Quan forma parte de la generación que tuvo que fundar su vida y trabajo y pensamiento en México, exiliada desde los años cincuentas. Su trabajo se relacionaba con derechos humanos, y buena parte lo enfocó a recopilar historias de vida de cómo y cuál era el impacto de la guerra, los conflictos políticos y sociales, en la vida cotidiana, y en la parte más intima de las personas.
Es la primera vez que publicamos dentro de la colección Memoriales el libro de una autora, y en este caso se vuelve más intenso, porque es un tríptico. Tres libros que tratan de dar una imagen lo más completo y humano posible del proceso revolucionario en la década 44-54. Una trilogía construida con la historia de la vida de tres personas que ella creía daban una imagen potente a ese momento guatemalteco.
Carmen:
Ella dice,“lo que yo quería era dar cuenta de esa década y su estrepitosa caída”, eso es muy importante, porque naturalmente estas entrevistas se hacen muchos años después. Logra una radiografía, los momentos en común que tuvieron los tres personajes entrevistados, los mismo males que se tuvieron que enfrentar, las esperanzas que nos da cuenta de la intención del país que ellos estaban buscando, y sobre todo, la piedra que significa cada uno de ellos para la continuación de la construcción de Guatemala. Los libros rebasan esos diez años, ella quiere retratar esa década pero, sobre todo, ver el 360 del contexto. Cómo eran ellos en ese momento.
Lo interesante que significa que en este momento estemos recibiendo estos libros, creo que es un síntoma que debemos considerar para nuestra esperanza, porque mucha gente trabajó con furia y amor por el país, como lo hizo Stella, eso debemos de resaltar al momento de entregar estos libros a los lectores.
¿No solo traen a luz estos textos, sino revelan a Stella Quan que permanecía oculta. Cómo fue encontrarse con ella y decidir editar los libros?
L: Yo estudié en la Escuela de Historia durante 5 años y no recuerdo haber escuchado nunca el nombre de Stella. Eso es una clara imagen de lo que sucedió con ella y con una gran cantidad de gente que pasó por lo mismo al momento de salir del país por distintos motivos que rompen ciertas amarras, entonces su trabajo, toda su intensidad y aspiraciones quedan desconectadas.
Conocimos estos libros gracias a una afortunada coincidencia de gente que finalmente hizo posible la publicación. En noviembre del año pasado fuimos a México, nos encontramos con Ricardo Ramírez Arriola, un gran amigo de hace muchos años, fue él quien nos dijo: “fíjense que Yosahandi Navarrete (hija de Stella y Carlos Navarrete), está terminado de limpiar y procesar los dos libros inéditos que dejó su mamá, que son parte de una trilogía”, nos explicó el sentido de los libros y quienes eran los entrevistados, nos dijo que hablaría para realizar algún contacto, porque estaban interesados en que se publicaran en Guatemala.
En enero de este año empezamos a platicar con Yosahandi. Nos contó que para ella también fue un proceso bastante exigente preparar los textos, ver que todo estuviera en el orden, ver las notas que había dejado su mamá y completar algunas informaciones pendientes. Pasó un par de meses trabajando en eso, y en marzo, nos entregó el primer libro.
Desde el principio uno cuando se enfrenta a cualquiera de las tres piezas, se da cuenta que está frente a un esfuerzo, que sin duda, es de proporciones monumentales porque muy poca gente se ha dado a la tarea de sentarse y escuchar, escuchar lo que necesitaba decir gente que tenía mucho para dar a éste país, y que por las condiciones políticas y sociales tuvo que irse a aportar su pensamiento y obra en otros lugares. Stella con este proyecto lo que hace es, recolectar mucho el legado de cada uno de ellos para pensarlo en función de Guatemala. Cuando leíamos cada uno de los libros nos dábamos cuenta que eran una pieza que nos interesaba poner en circulación en un momento como el que estamos atravesando ahora, que sin duda dialoga muy bien con lo que estamos haciendo en esta colección en particular. En Memoriales hemos trabajado relatos externos que están pensados para ser análisis y grandes panoramas de la historia guatemalteca, en este caso la historia se vive y narra en primera persona, así uno puede darse cuenta en cada libro, como es que se viven en el cuerpo y sensibilidad de tres personas claves, ciertos momentos de la historia y ciertos procesos.
C: Los libros muestran las estructuras espantosas bajo las que nos construimos, porque estamos efectivamente ante un nombre que nadie conoce, pero que afortunadamente tenemos ahora entre nosotros. Eso nos hace pensar en todo lo que ha pasado en el país para que nombres como el Stella, y quién sabe cuantos más, estén fuera de nuestro foco de atención. Incluso dentro de los tres personajes que ella entrevista, naturalmente Luis Cardoza y Aragón, es quizá el más conocido de los tres; Jacobo Rodríguez Padilla, da un panorama impresionante al ver de primera mano ese contexto del 44-54 con el arte. Alfonzo Solórzano, a mí me admira y abruma la calidad de personaje e importancia que tuvo en ese momento.
Entonces es inaudito que en este momento, no digamos 2018, sino inmediatamente las décadas después de la contrarrevolución, se empieza a tragar nombres, ¿qué tipo de estructura monstruosa se traga los personajes así? ¿qué forma de mantenernos inconscientes no solo de nuestro pasado sino de nuestras posibilidades de futuro?
También me atrevo a decir sin miedo a equivocarme, que las estructuras machistas tienen mucho que ver con que un nombre como Stella Quan no esté entre nosotros, estoy convencida de eso. Las condiciones que tuvo que pasar para quedar en el olvido, en suspenso, tienen que ver con las estructuras machistas.

Stella Quan junto a Luis Cardoza y Aragón. Foto: Archivo familiar.
En la introducción del libro No es el fin, es el mar, crónicas y voces de Luis Cardoza y Aragón, el Dr. Rodrigo Páez Montalbán especifica que no es un trabajo académico, sino de recuperación histórica. Supongo que lo resalta por el hecho que estos textos se tratan de un proyecto de tesis para obtener el titulo de etnóloga y el grado de maestra en Ciencias Antropológicas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, realizada en 1972…
L: Stella, en estos trípticos cubre un montón de temas, espacio y formulas, pero sobre todo ofrece un inmenso modelo metodológico. En las presentaciones de cada libro, habla de la forma de cómo fueron recopilados los testimonios. Me impresionó el hecho de sentarse sin grabadora y nunca frente a frente, siempre uno al lado del otro, ella nunca hablaba, aunque al personaje se le olvidara algún nombre ella no intervenía, únicamente tomaba nota en sus cuadernos. En cuanto llegaba a su casa pasaba en limpio toda la sesión y le entregaba ese borrador al entrevistado, para que en el siguiente encuentro puntualizaran y corrigieran.
Lo que hace es quitarse de enfrente, dice ella. Trató de borrarse del texto para que los entrevistados fueran un flujo de voz de memoria y de pensamiento. En ese sentido la parte académica esta bien cubierta, pero desde luego que sobre pasa con creces el resultado de una tesis de grado. La tesis fue un proyecto más grande, fueron 7 testimonios, pero en estos tres casos, Stella identificó algo, no sabemos qué, pero dijo: “estos tres son libros, y esta serie se va articular así, este es el primero, segundo y tercero”, y logró trazar los testimonios recolectados en distintos momentos. El único que se había publicado fue el de Cardoza, en 2004.
Entonces, es un modelo metodológico impresionante, que puede ser la base de un ejercicio de recopilación de ese mismo calibre en este momento, en el que estamos viviendo una especie de transición generacional. Muchos de los que eran referentes, fundamentales del pensamiento y del arte, han muerto, René Molina, Carlos Guzmán-Böckler. Si sucede ese recambio sin que halla una forma de recopilar en cierta medida los aportes de esa generación, y todas las enseñanza en carne propia, estamos perdiéndonos un recurso no renovable.
C: Es importante resaltar que el hecho de que no sea académico, es porque lo sobrepasa. La libertad de la ligereza de su pluma pudo capturar como si ella misma hubiera sido la grabadora que no usó, las voces en los libros. Es una recuperación que sirve mucho más que un trabajo de tesis, o un informe para la universidad.
¿Stella Quan qué nos revela de los personajes?
C: Alfonzo Solórzano es el que más nos sorprendió, a partir desde el desconocimiento, es darse cuenta de un personaje vital en la historia de Guatemala. Mucho de su trabajo desde la política, incluso como analista dentro de los gobiernos de la revolución. Por ejemplo, partes importantes de reuniones donde estaban analizando la reforma agraria durante el mandato de Jacobo Arbenz; digamos toda esta vida política.
L: Con ese libro (La semilla que yo sembré, Alfonso Solórzano: testimonio) hay un detalle que me parece fundamental, y es en principio el Prólogo que escribió Carlos Figueroa Ibarra, porque Ibarra relata no solo su encuentro con Solórzano, sino con personas que fueron fundamentales en su formación, ahí te das cuenta que funcionó una red intergeneracional que en cierto momento, la violencia política cortó.
Muchas personas en los últimos días, con la victoria de López Obrador en México, decían: “por qué no pasó esto en Guatemala”; por cosas como lo que pasó en Guatemala no pueden pasar. Por ejemplo, una persona central en Movimiento Regeneración Nacional (Morena) es Pedro Miguel, el hijo de Manuel José Arce. Si vemos la historia entendemos porqué no está pasando acá en este momento. Y luego el epílogo también es esencial, son comentarios que hizo José Manuel Fortuny al libro en los años noventa, 20 o 25 años después que se levantó el testimonio. En esos comentarios se entabla una discusión en cuanto a rebatir argumentos, lo que hace Fortuny es aclarar algunas cosas, según su percepción, hay afirmaciones de Solórzano que pueden dar error a historiadores del futuro, y lo que hace es dialogar con ese testimonio.
-Cuando Solórzano ya había muerto (Carmen)
L: Solórzano murió en 1980, ocho años después que se terminaron estas sesiones con Stella. Te das cuenta que es absolutamente necesario en cualquier democracia, en cualquier sistema de pensamiento el debate.
C: Con este libro tuve un proceso de edición intenso, por esa introducción que hace Figueroa Ibarra. Fue el mismo momento en que gana Morena en México cunado empezamos a leer estos libros, y en realidad sí te ves en contraste con México, dos países complicados, en uno acaba de ganar la izquierda, eso es un referente importante, y pensás ¿qué carajos pasa en Guatemala? ¿cómo vamos a hacer para que algo así pase? Por eso es necesaria escuchar la polifonía no solo de la historia, sino del presente, pensando en voces como las de Figueroa Ibarra.
L: Los tres libros, probablemente más acentuado en Cardoza y Solórzano, son sumamente críticos con una gran cantidad de procesos. En el caso de No es el fin, es el mar, Crónica y voces de Luis Cardoza y Aragón, lo que en contras es una revista a todo su proceso de vida. Entre sus primeros años y su novela El Río; este es un testimonio previo, pero que justamente trazando este testimonio que hace Stella, y los pedazos que extrajo del libro El Río para acomodar las piezas del relato, ves que Cardoza tenía una memoria impresionante, tenía un visión de proceso; sus años en París, personajes importantes y fundamentales para él como lo fue García Lorca en la Habana, Cuba; los exilios, la relación conflictiva con Diego Rivera cuando publica La Nube y Reloj; cuando Rivera pide al gobierno mexicano que lo expulsen del país; en fin, debates intelectuales pero que siempre tiene que ver con cuestiones políticas.
En el caso de Padilla (Los escritores y artistas de 44, Jacobo Rodríguez Padilla: una historia de vida), el eje de su testimonio es el grupo Saker-ti, un grupo de escritores y de artistas que se articuló alrededor de la lucha política, y justamente el testimonio que realiza Jacobo es a la producción y dinámica intelectual y artística de la época; luego de su exilio en París, gana una beca y cuando está allí cae la revolución.
La imagen de Cabrera y Ubico son fundamentales, sobre todo cuando caen las dictaduras. Los testimonios se llenan de entusiasmo justamente cuando sucede la revolución, el contraste que cada uno de los tres hace del contexto es diametral.
El ultimo elemento que une a los tres libros y a la autora es que, pese a que tuvieron que irse y romper ese vínculo tangible con el país, cada uno de los involucrados en esta serie de alguna manera nunca se fue, porque permanentemente su preocupación fue Guatemala, su pensamiento estaba hecho para Guatemala. Apoyaron como pudieron a la gente que estaba saliendo del país. Cardoza fue fundamental para la gente que llegó a partir del 50 hasta que murió. La casa de Cardoza decían que era la casa de Guatemala en México. Esos recuerdos los vinculan, y a los tres los une la lucha a distancia.
FIN.
Este año es importante para Catafixia, y los libros que publican los pueden encontrar en la Feria Internacional del Libro. Inauguran dos coleccionas de narrativa con Rodrigo Rey Rosa y su libro Fábula Asiática. La colección Catalejo, que va a publicar pensamientos, textos híbridos y no ficciones. Las primeras ediciones son de Mario Payeras y Francisco Nájera. En la colección Bitoles, publican un libro de Paolo Guinea, y de la poeta ecuatoriana, Rocío Soria. En el diseño de las portadas de las nuevas ediciones colaboraron, Kevin Mérida, Julio Cúmez, Odiseo del Silencio, y Álvaro Sánchez.
A pesar de la nueva apertura dentro de su catálogo con libros de ensayo, narrativa y memoria, Catafixia se sigue considerando una editorial de poesía “porque tanto la memoria como el pensamiento, son un acto poético”, resaltan.