Efraín Ríos Montt y el genocidio Ixil
El Exgeneral Ríos Montt (1926-2018) murió el pasado 1 de abril. Con su muerte quedó impune de delitos que ya le habían sentenciado en mayo de 2013, por cometer genocidio y delitos contra los deberes de humanidad, con una condena de 80 años de prisión, por la muerte de 1,771 indígenas ixiles a manos del ejército, durante los quince meses que gobernó Guatemala, luego de un golpe de Estado. Pero la Corte de Constitucionalidad resolvió días después de la sentencia, anularla y reiniciar el juicio. También se le acusaba por la masacre de 201 personas, durante su régimen entre 1982 y 1983, en el parcelamiento las Dos Erres, ubicado en Las Cruces, Petén.
Durante esos años, la fotoperiodista Jean-Marie Simon, estaba en Guatemala y documentó de 1980 a 1989 la guerra en el país y lo que ocurrió con el Pueblo Ixil, durante el gobierno de facto de Ríos Montt.
Guatemala, Eterna Primavera, Eterna Tiranía
Por Jean-Marie Simon
En diciembre de 1980, llegué a Guatemala por primera vez. El país ya se había vuelto el tercer blanco regional de una serie de destacados sucesos. En 1979, la huida del dictador nicaragüense, Anastasio Somoza, y el triunfo sandinista días después, se volvieron noticia en los medios internacionales. En El Salvador, donde una guerra civil abatió al país, las fuerzas militares masacraron a miles de personas, incluso a 800 personas en la aldea El Mozote. En 1980, el arzobispo Óscar Romero fue asesinado mientras celebraba Misa. Los eventos en estas naciones eran visibles y palpables: el fotogénico triunfo socialista en Nicaragua y, en El Salvador, una guerra sangrienta pero accesible, ya que se entrevistaba a los combatientes en la mañana y se estaba de vuelta en la capital para la hora de cocteles.

Supuestos guerrilleros asesinado, destacamento militar, Nebaj, Quiché, 1982. Foto: Jean-Marie Simon.
En cambio, Guatemala era diferente y equívoco. Por una parte, hubo aterrizajes diarios de vuelos de Miami, los cines pasaban películas tontas y los cohetes de madrugada anunciaban otro alegre cumpleaños. Pero en realidad los vuelos llegaban casi vacíos; los cines pasaban películas violentas, pero las de tendencia liberal eran prohibidas; y los cohetes de madrugada se confundían con ráfagas de ametralladora. De hecho, Guatemala vivía bajo un estado de Sitio no declarado, hendido por una irrefutable represión estatal: “guerra civil”, para unos, y “conflicto armado interno”, para otros.

Efraín Ríos Montt, 1982. Foto: Jean-Marie Simon
Con el golpe de Estado de marzo de 1982, la represión adquirió forma cuasilegal. El fallecido dictador, Efraín Ríos Montt, disolvió la Constitución y el Congreso, y tres meses después despidió a su propia Junta. Impuso un estado de Sitio seguido de un estado de Emergencia y promulgó el Decreto Ley 46-82, el cual permitió la detención secreta, sin orden de captura, con juicio ante jueces encapuchados.
Fuera de la capital, Guatemala era campo de batalla. El vehículo contrainsurgente más exitoso de la década de 1980 fue el de las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), organizadas de manera oficial en 1981. Las PAC eran una forma eficaz de controlar a la población rural en las que el Ejército no confiaba. Para mediados de 1983 virtualmente todo varón campesino entre los 12 y 80 años de edad estaba incorporado a ellas; rehusarse a patrullar resultaba en una sentencia de muerte. Para controlar a los demás, el Ejército quemó aldeas y las reconstruyó con lámina; cobertizos sin paredes e inadecuados frente a la intemperie. Para agosto de 1983, cuando un segundo golpe militar instaló al general Mejía Víctores, el control rural ya era casi ubicuo.

Ocupación militar, finca La Perla, Ixcán, Quiché, 1982. Foto: Jean-Marie Simon
Después de sucesivos gobiernos civiles y de los aplaudidos Acuerdos de Paz de 1996, se ha dado un progreso selectivo en el campo de los derechos humanos, la memoria histórica y la justicia. En 2001, algunos de los responsables del asesinato del obispo Juan Gerardi Conedera fueron enjuiciados. En junio del 2011, el antiguo ministro de la Defensa, Héctor López Fuentes, fue arrestado a los 81 años de edad y acusado de masacres, durante la época más sangrienta del conflicto. En 2012, el exjefe de Estado Efraín Ríos Montt fue acusado en territorio nacional por genocidio y crímenes de lesa humanidad en la región Ixil y de ser el autor intelectual de la masacre en Dos Erres, aldea en la que más de 200 personas, entre ellas bebés y ancianos, fueron masacradas. En enero de 2016, 18 veteranos militares, entre ellos Manuel Benedicto Lucas García, el exjefe del Estado Mayor General del Ejército, fueron detenidos y acusados de despariciones forzadas y masacres cometidas entre 1981 y 1986 incluso la desaparición forzada de Marco Antonio Molina Theissen, quien tenía 14 años al ser secuestrado en septiembre de 1981.

Un niño de 11 años quedó huérfano y en manos de militares al ser ejecutados sus padres por el Ejército. Acul, Quiché, 1983. Foto: Jean-Marie Simon.
A pesar de que el fallo contra Ríos Montt fue anulado diez días después de la sentencia en mayo de 2013, la comunidad de derechos humanos, tanto en Guatemala como a nivel internacional, lo interpretó como una victoria simbólica con respecto al reconocimiento de las barbaridades perpetradas durante su gobierno; asimismo, la muerte de Ríos Montt, el primero de abril de 2018, a los 91 años, sirve para subrayar el hecho de que él vivió casi cuatro décadas más que sus propias víctimas.
Sin embargo, Guatemala es un país donde sigue prevaleciendo la corrupción. En septiembre de 2015, el expresidente Otto Pérez Molina renunció su cargo debido a acusaciones de corrupción. Actualmente, guarda prisión. Irónicamente, Pérez Molina, entre 1982 y 1983, fue comandante del destacamento militar de Nebaj, pueblo arrebatido por masacres, asesinatos y desapariciones.
abril del 2018

Aldea modelo La pista, Nebaj, Quiché, 1982. Foto: Jean-Marie Simon
*Este texto es un resumen de la introducción del libro Guatemala: Eterna Primavera, Eterna tiranía de Jean-Marie Simon con algunas fotografía que se incluyen para la publicación en Azacuán. Este año el libro alcanza la cuarta edición, el cual ya se encuentra en el país.